lunes, noviembre 17, 2008

¿Qué sentido tiene venir aquí?

I- Poco a poco entra en la pantalla una imagen de un interior en blanco y negro, no, levemente sepia. Suenan instrumentos de viento, cierta rusticidad, quizá quena, o siku: música como de altiplano. Hombre con gorro entra desde nosotros, es decir desde un lado de la cámara, en el bar ajado donde el mozo transita de acá para allá. Se saca el gorro y pide algo al mozo, se rasca la cabeza, mira a la cámara. Se bebe el factible café. ¿Se puede decir que espera? No se sabe. Puede dejarse estar como quien dice dejarse caer. Estar como caído.
Relato sobre un meteorito.
Vaso se desplaza. Pareja de ojos abiertos en una cama compartida con niña en medio que duerme. (¿Por qué las paredes así, como de cueva?). Hombre despacioso se levanta, se calza pantalones y zapatos. En silencio sale de la habitación. En la puerta entreabierta la mujer se levanta también. Hombre acomoda cosas aprestándose para salir, mujer sale del dormitorio y reclama. (Siento gran fastidio ante el rol habitual de la mujer pedigüeña. Preferiría que fuese también una guía, o se mate, o al menos se las tome). Le recuerda la cárcel. Él replica, retruca: "Si en todas partes me siento como en una cárcel". Sale. Ella se tira al piso y se cuece en sus jugos de furia.
Sabré que es Escritor el hombre que seduce a una mujer que descree. No es bella pero es joven y lleva vestido y un raro abrigo, una especie de capa de piel. El guía le dice rajá y raja, raudos salen ella y el auto de la escena. Escritor bebe y relativiza como en general los escritores. Resbala y río. Se reúnen con el del gorro. Ya tres. Desconfía el del gorro. Se presentan, omitiendo los nombres: Profesor, Escritor. Escritor: "Yo saco la verdad a la luz, pero en ese momento algo le ocurre a ella". Decide que pedirá inspiración.

II- Jeep y calles mojadas, se esconden de un guardia, galpón o callecita. El tren pasa pura máquina, aprovechan la abertura. Dejan el jeep en lugar derruido. Vidrios rotos, tablas que cloquean, barro, agua. Se desdice Escritor: "Me importa un comino la inspiración. ¿Cómo puedo saber el nombre de lo que quiero? Son cosas imperceptibles, basta con nombrarlas y su sentido desaparece".
Mira Stalker, una seña, saltan al jeep y siguen al tren que penetra en la Zona. Disparos, no los alcanzan. Escritor busca el monorriel pero disparan otra vez y teme. Profesor se adentra. Dejan jeep por monorriel. La luz es difusa en el día temprano. Tiros de a ráfagas, entre la niebla. Escritor y Profesor miran con ansia, Stalker sólo mira. Música y rieles en la música. Todo enverdece de golpe, por contraste el pasado sepia parece irreal. Paran. Quedan. Stalker: "Y bien… ya estamos en casa".

III- Sin moverse de las vías hablan de un guía anterior, Puercoespín, muerto por propia mano. "Estas vendas hay que amarrarlas a las tuercas", dice el guía y reparte. Después se va al yuyal, abraza la tierra, queda como abrasado. Entretanto Profesor habla del meteorito, la desaparición de personas, la posibilidad de que no haya sido un meteorito. Avanzan un poco cuando vuelve Stalker. Avanza también la cámara en el pastizal y los tres se dan vuelta. A quién mira que no sea el espectador. ("¿Entonces ellos se quedaron aquí? ¿Son personas?" ¿Nosotros, acá, personas?). El guía tira la primera tuerca, hacia tanques de guerra carcomidos, medio cubiertos por vegetación informe. Para avanzar, cada vez tuerca con venda, y el trayecto que cruza el metal lo siguen los hombres. En un pozo, una voz que parece la del guía enuncia la idea taoísta de lo débil que vence a lo fuerte. Mucho esfuerzo hace para avanzar, a juzgar por el gesto. Pasan cerca de una cascada, el agua y la vegetación pasan sobre todo rastro de hombre. Escritor escruta. Mojado mira el agua. Túnel laberinto, salen y se encuentran con Profesor, en lugar anterior. Puercoespín dejó una tuerca como advertencia, agitación de Stalker, mejor descansar ahora. Se recuestan en montículos recubiertos de verdín. Se insultan Profesor y Escritor, quizá para infundirse algo de calor (poético dice Profesor: "Escritorzuelo estropajoso, sociólogo rudimentario. Debería escribir sólo en las paredes de los retretes, parlanchín inepto"). Un perro se acerca. No se ve que para andar precise de tuercas. Adormecido Stalker, vira al sepia. Sueña quizá. Los otros siguen discutiendo a desgano. "Para qué el genio", dice Escritor. Y es como decir: para qué lo completo, para qué la falta de ansias. Mira a cámara el guía, despierta. Relato del sentido.

IV- Túnel, probable acueducto (aunque toda la Zona parece un acueducto). Nadie se quiere aventurar primero. En vez de tuerca, piedra, grande. Avanza Escritor, detrás Profesor, detrás de éste Stalker. Escritor mira a cámara y al piso, desolado. "¿Otra vez yo?". Pasan por agua y emergen. Dunas de arena. "Experiencias, hechos, la verdad en última instancia". Todo invento idiota, como en Shakespeare. Monólogo de Escritor, genial, después Stalker larga una letanía. Suena el teléfono. "No es una clínica", responde Profesor. Saca un artefacto. "Ha traído un almámetro", dice Escritor pero el otro replica que es una bomba. (Puede ser, no la bomba, sino la presencia de la bomba, un almámetro). Para hacer estallar la posibilidad de que se cumplan deseos oscuros. (¿Qué ruidos? Pájaros, agua, pisadas humanas). Escritor acusa a Stalker de tomarse atribuciones sobrehumanas. Pelean. Se aflige Stalker, Escritor lo abraza. Profesor desarma la bomba y va tirando las partes en un para qué. "¿Qué sentido tiene venir aquí?" (¿Y la película? ¿Y la vida?). Llueve mientras los hombres esperan. Peces sobre el mecanismo detonador de la bomba, petróleo y Bolero de Ravel.

V- Hombres de vuelta en el bar. Stalker da de comer al perro. La mujer se acerca. Comprueba: "Regresaste". Vuelven a la casa, con la nena y el perro que se le pegó al guía. Plano amplio de la habitación, rebosa de libros. Stalker se recuesta y la mujer hace de enfermera (otro clásico mujeril), le administra algún medicamento. Monólogo de la mujer frente a la cámara, mientras fuma. Que el marido es tonto, que ustedes ("ustedes", es decir nosotros) ya se habrán dado cuenta. Daba lástima, dice. Manía del suicidio y la cárcel, hijos con problemas, pero "mejor es una felicidad amarga que una vida gris y aburrida".
Después, sentada a la mesa, la nena. El vaso se mueve, se aleja, también otros recipientes. El perro gime. Parece nevar dentro de la casa. Suena la novena de Beethoven. La nena descansa la cabeza. Hastío quizá. Nosotros como las cosas también nos alejamos.

9 comentarios:

Ojaral dijo...

Tarkovski es un maestro del plano, un artista visual increíble. Difícil encontrar alguien con una imaginación plástica similar en la historia del cine. Pero sus alegorías religiosas me producen un fastidio sólo comparable al que me provocan los testigos de Jehová los domingos a la mañana.
Saludos!

Anónimo dijo...

Claro, qué sentido tiene venir aquí... por lo menos que no sea un "lugar común".
Está buena la crónica, son interesantes las referencias a ese otro del otro lado, es decir de éste. En Haneke también se observan, tupiditas.
Es una película más de hombres que de mujeres, parece (del otro lado... Zerkalo).
Pero no hay mucha fe, el escritor no busca talentos, el científico no busca descubrir nada y el Stalker, bueno, ya vemos como terminó, abriendo un blog.
No hay que dejarse llevar por la telekinesis como un objeto. Hay que abonar las gestiones tarkovskianas por el arte. Sus gestiones, no es un cine que pueda explicarse, ni siquiera creo que se lo pueda suscribir, o endosar.

Es interesante contar, como Ud. cuenta, la insolencia de sus personajes, por ejemplo. Una cierta devaluación de las formas más comunes de la existencia, porque convengamos que aparecen como estereotipos, estos hombrecitos.

El más arrojado tira una tuerca antes, ¿qué se puede esperar?

Vero dijo...

No sabría decir, Ojaral, recién ahora me estoy adentrando, apenas vi ésta y Solaris, muy caradura sería si opinara sobre todo Tarkovski. Pero no entiendo por qué habría que circunscribir su riqueza significativa a alegorías religiosas.
Carlos, es mera descripción nomás, anotada mientras miraba -y casi sin ver el cuaderno, no sabés qué trabajo me dio después entender la letra. Claro, mera descripción a partir de lo que vieron mis meros ojos, que no son nada especial pero no son los ojos del de al lado.
Quiero Zerkalo. Y a Rublov, ¿lo tenés? Me lo andan recomendando por ahí arriba. Te mando mail.

Anónimo dijo...

a Rubliev mi dealer no lo tiene, apenas la caja vacía, se lo robaron. Habrá que buscarlo por otro lado, yo también lo quiero.
Zerkalo te lo grabo, ya habíamos quedado.

Ojaral dijo...

Aclaro de entrada que no soy lector de crítica de cine, ni grande ni chica, y que mis opiniones responden al mero gusto personal, que es arbitrario por definición.
Yo tampoco vi todo Tarkovski. Apenas cuatro (La infancia de Iván; Rubliov; Nostalgia; y El sacrificio). Pero me parece suficiente para entender un estilo tan definido como el de Tarkovski. Sacando Iván, que para mí es su mejor película y la única que volvería a ver con agrado, las otras tres comparten el mismo aire de misticismo retardatario. Allí donde aparecen la culpa, el remordimiento, la necesidad de la expiación, la salvación por el sacrificio personal, la inocencia elevada a categoría moral y poseedora de valores supremos, el rechazo a la modernidad como causante de la degradación espiritual de Occidente, y en donde siempre anda dando vueltas algún personaje entre marginal e iluminado, y por supuesto "puro", que recuerda vagamente a Cristo; entonces yo, que soy agnóstico por tradición familiar, y que por lo tanto carezco de capacidad para entender la dimensión religiosa, no puedo menos que vislumbrar el ruedo de la sotana detrás de cada escena. Eso me pasa. Lo mismo me pasa con Dostoyevski, a quien Tarkovski se parece tanto.
No quiere decir que invalide cualquier otra interpretación, digo sólo que eso es lo que me suscita la visión de esas películas de Tarkovski. Tenía ganas de decirlo nomás.
Bueno, saludos.

Anónimo dijo...

bueno, yo digo lo mío:
1) ¿quién sería el iluminado en la Zona, el Stalker? Si ese es un iluminado yo me llamo Pepino. Me refiero a esta película porque es la que nos ocupa, no por nada en particular. Ahora, ojo, yo salto porque bien podría confundírselo con un iluminado. Pero para mí es un tipo que duda, que ha caído en la desesperanza y que busca con afán encontrar alguna certeza, pero hay en él un rictus permanente que dice que no la va a encontrar ni que vaya a la Zona nueve veces por día.
2) me pregunto quién es el iluminado en Solaris, o en Zerkalo. Y no lo encuentro. En Solaris hay un océano, que sería lo más cercano a lo espiritual, pero su naturaleza es misteriosa. Tarkovski no es un fundamentalista de la religión, en absoluto.
3) el papel que jugaron las creencias religiosas bajo el stalinismo no tiene nada que ver con el olor a sotana que nos revuelve las tripas acá. No es que esté reinvindicando la religión, soy más ateo que Pinocho, lo que digo es que juega otro rol, significa otra cosa (ni mejor ni peor). Otro ejemplo se puede encontrar en Kieslowski.
4) pienso en Bergman, otro gran misterioso, en quien la religión es motivo de constante interrogación. Como interrogarse sobre algo sin poner las fichas sobre la mesa. Imposible.
5) el personaje del científico, que podría verse como el antimoderno, el retardatario en la Zona, porque quiere plantar una bomba... no me parece en absoluto que cuente con la simpatía del director, no creo que el discurso de la película vaya por ese lado. Creo que es, a través de las frases ironizadas que se tiran, una burla y puesta en cuestión de la condición humana como unitaria, una puesta en tensión.
6) si hay alguna elección de Tarkovski, una tesis, creo que apunta al arte. Pero no es discursiva, es por su estilo, donde lo no dicho, lo no iluminado, predomina. Ya discutíamos la otra vez la trivialidad del lanzamiento de la tuerca, que en la novela está explicado y en la película no. Hasta ridículo, parece, más de una vez.

Ojaral dijo...

Ta muy bien, Carlos. Pero no nos vamos a entender nunca porque vimos películas distintas. Yo no vi La zona, y vos parece que no viste las que comenté arriba. Así que es medio una conversación de borrachos esta. Y la verdad, yo no debería haber metido la cuchara, justamente porque no vi la peli de la que se habla acá. Pero como desde hace un tiempo anda dando vuelta Tarkovski por algunos blogs, sentí la necesidad de decir qué me parecía el director, por lo que conozco de él. No puedo seguir la discusión sin haber visto esta película en particular. Y como no me dan muchas ganas, mejor espero a que uds vean Rubliov o cualquiera de las otras (menos Iván, porque en esa vamos a estar de acuerdo). Así que la seguimos otro día.
Saludos!

Vero dijo...

Naturalmente, Ojaral, pensé que cuando hablabas de Tarkovski sin especificar pelis estabas considerando también ésta. No vi esas que decís. Y no usé el verbo "invalidar" sino "circunscribir". En esta peli, no es que no se pueda hacer (la Zona como reino de Dios después del apocalipsis, ponele), pero quedaría medio enclenque una lectura de ese tipo con indicios tan magros, me parece. Cuando vea Rublov, o Ruvliev, o Rublev, alguna cosa diré. Y claro que tu cuchara es bienvenida, voy a tener en cuenta tus apreciaciones cuando vea Rublov o alguna otra de las que nombrás.
Stalker más que un iluminado es un oscurecido, Carlos. Apuntás lo del rictus, recuerdo el sudor, los dientes apretados, por ahí digo que parece estar haciendo un gran esfuerzo para avanzar. Al final, en la cama, escarbando con la mirada la nada del techo, rabiando porque los demás no entienden, es la cara de la desesperanza. Sí, el rostro de Staker es relevante en la peli. Me derivo un poco, se me perdonará: el otro día lo vi a Costa Gavras en uno de los Chaplin Today. Al final dice que el rostro humano es el corazón del cine, no hay paisaje que se le compare. Está bien, ¿no?

Anónimo dijo...

Ustedes me recuerdan al Escritor y el Profesor cuando se están quedando dormidos, discutiendo antes de llegar a la habitación, sólo que mucho más tiernos ustedes. ¿Se acuerdan de sus miradas - la de los tres- cuando despiertan en la zona?