La Sala AB del Centro Cultural San Martín a pleno. Inzillo tan contento. Yo asombrada de que las entradas no se hubieran terminado antes.
Ayer tocaron tres grupos. En este orden: Pablo Porcelli Ensamble, Marcelo Mayor Cuarteto, Gillespi y su banda.
PP: “Patagonia” empieza remolona, después el contrabajo toc, toc, entra pisando fuerte, marcando el tango. Claro que se destaca el saxofonista (PP), pero el contrabajo es un instrumento que me gusta tanto, y el contrabajista que parecía dormido en “Aroma de mujer” acá bambolea la cabeza, disfruta, con lo cual las cosas salen un poco mejor, creo. “Libertango” que previsiblemente es muy aplaudida no me gusta tanto. Es difícil darle el protagonismo al saxo en ese tema. El tipo hace un buen esfuerzo, pero pierde fuerza. En “Nostalgias de un destino” no me gusta el tono lloroso. Laura me dice que el saxo en general le resulta meloso. No estoy del todo de acuerdo, pero en temas como éstos, qué puedo refutar, si es imposible no sentirse empalagado. No me gustó lo viejo, sí lo más cercano al tango, como una preciosa milonga al final, que se llamaba, justamente, “Milonga en flor”.
MMC: “Bip Bop” muy bueno, después otro tema del cual no llego a escuchar el título, con una melodía que incorpora silencios, me gusta mucho. En líneas generales, estos tipos parecen tener más cancha que los otros. No me convence mucho que suenen tan amalgamados, pero bueno, son una buena máquina, ajustada, moviéndose en bloque. Se pueden distinguir los instrumentos revolviendo un poco. Bastante nítida la guitarra. Y claro, si el grupo lleva el nombre del guitarrista, así como en el otro sobresalía el saxo. Me matan las escobillas sobre los platillos. El batero parece poseído o ciego. Sí, porque mira hacia arriba gran parte del tiempo como buscando una respuesta en el cielorraso, el resto (la parte más chica de tiempo) se acerca a sus instrumentos, pero no de frente sino de costado, y en ese gesto ladeado aprecia los sonidos. Toca además medio sumergido entre platos y parches, con la cabeza metida entre los hombros. Está como en otro lugar. “Gris pleno”, hermosa, acá no sobresale tanto la guitarra, es más democrática, suena un poco como masa, ya dije, pero en este tema le queda bien. “El dueño de los temas” suena bastante clásico. Me gusta el que eligen para el cierre, “11 y 20”, que no indica un tiempo, dice Mayor, sino un lugar, un cruce de calles. Siempre me sorprende cuando los instrumentos se ponen a imitar a otros, y acá la guitarra se las da de piano. El tipo toca así, pac, pac, golpea las cuerdas como teclas y así suenan. Es un guitarrista increíble.
(Laura se enrolla y se envuelve en su cáscara de nuez; yo escribo sin parar, esto; un dúo raro hacemos).
G: La trompeta es un instrumento tan maleable, yo sé que no se entiende pero ésa es la palabra y basta. Empieza con un aullido, una sirena, uauuuaaauu y etcétera, ahora se cierra un poco, ¿una g?, bueno: uguauuuaagg cua cua cenei, no, con acento, ceneííííínaen. Patán Vidal, el pianista, un grosso. Tiene esa capacidad de manejar las voces de las teclas, golpeando más o menos fuerte, dejando las manos, enlazando, en fin, yo no sé nada de música. La Cabra, con un timbre de voz potente y algo rasposo de a ratos. Bromas de Gillespi. Funk, de postre.
(Como se puede ver, al final, como me pasa siempre, me puse más vaga para escribir. Lo que más me gustó fue sobre lo que menos escribí, como suele pasar).
Total, tres horas y media. Gracias.
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