martes, diciembre 27, 2005
Robert Redford
Otra vez (y van…) vi (bueno, no toda, partes) Nuestros años felices (una traducción más exacta del título original sería Como éramos, y suena infinitamente más poético). Robert Redford tiene el pelo un poco demasiado amarillo para mi gusto, casi flúo, y así y todo me parece hermosísimo, aun con ese pelo irreal. Sonríe y me quedo sin aire. Voy al Google. La peli es del ’73. Yo tenía un año. Así que el tipo debe tener unos 70 o más, ahora. ¿Qué importa? Para mí tiene treinta y pico cada vez que veo Nuestros años felices. Siempre recuerdo a Borges desmayándose con la voz de Greta Garbo, cuando me embobo así. ¿Le hubiera importado a Borges que Garbo tuviera 70 años?: “Yo estaba enamorado de ella, como todos en mi época. En Anna Christie (Ídem., Clarence Brown, 1930) Greta Garbo llegaba de la noche y de la niebla y entraba a un bar de marineros en donde había un largo mostrador. Ella comenzaba a caminar lentamente y todos los hombres del mundo sabíamos que cuando terminara el recorrido íbamos a oír la voz de Greta Garbo por primera vez y que eso iba a ser como si hablara un dios. El mostrador era larguísimo. Cuando llegó al final ella dijo, simplemente, con su voz ronca: I want a scotch y todos temblamos.”
jueves, diciembre 15, 2005
Cómo escucho jazz
La Sala AB del Centro Cultural San Martín a pleno. Inzillo tan contento. Yo asombrada de que las entradas no se hubieran terminado antes.
Ayer tocaron tres grupos. En este orden: Pablo Porcelli Ensamble, Marcelo Mayor Cuarteto, Gillespi y su banda.
PP: “Patagonia” empieza remolona, después el contrabajo toc, toc, entra pisando fuerte, marcando el tango. Claro que se destaca el saxofonista (PP), pero el contrabajo es un instrumento que me gusta tanto, y el contrabajista que parecía dormido en “Aroma de mujer” acá bambolea la cabeza, disfruta, con lo cual las cosas salen un poco mejor, creo. “Libertango” que previsiblemente es muy aplaudida no me gusta tanto. Es difícil darle el protagonismo al saxo en ese tema. El tipo hace un buen esfuerzo, pero pierde fuerza. En “Nostalgias de un destino” no me gusta el tono lloroso. Laura me dice que el saxo en general le resulta meloso. No estoy del todo de acuerdo, pero en temas como éstos, qué puedo refutar, si es imposible no sentirse empalagado. No me gustó lo viejo, sí lo más cercano al tango, como una preciosa milonga al final, que se llamaba, justamente, “Milonga en flor”.
MMC: “Bip Bop” muy bueno, después otro tema del cual no llego a escuchar el título, con una melodía que incorpora silencios, me gusta mucho. En líneas generales, estos tipos parecen tener más cancha que los otros. No me convence mucho que suenen tan amalgamados, pero bueno, son una buena máquina, ajustada, moviéndose en bloque. Se pueden distinguir los instrumentos revolviendo un poco. Bastante nítida la guitarra. Y claro, si el grupo lleva el nombre del guitarrista, así como en el otro sobresalía el saxo. Me matan las escobillas sobre los platillos. El batero parece poseído o ciego. Sí, porque mira hacia arriba gran parte del tiempo como buscando una respuesta en el cielorraso, el resto (la parte más chica de tiempo) se acerca a sus instrumentos, pero no de frente sino de costado, y en ese gesto ladeado aprecia los sonidos. Toca además medio sumergido entre platos y parches, con la cabeza metida entre los hombros. Está como en otro lugar. “Gris pleno”, hermosa, acá no sobresale tanto la guitarra, es más democrática, suena un poco como masa, ya dije, pero en este tema le queda bien. “El dueño de los temas” suena bastante clásico. Me gusta el que eligen para el cierre, “11 y 20”, que no indica un tiempo, dice Mayor, sino un lugar, un cruce de calles. Siempre me sorprende cuando los instrumentos se ponen a imitar a otros, y acá la guitarra se las da de piano. El tipo toca así, pac, pac, golpea las cuerdas como teclas y así suenan. Es un guitarrista increíble.
(Laura se enrolla y se envuelve en su cáscara de nuez; yo escribo sin parar, esto; un dúo raro hacemos).
G: La trompeta es un instrumento tan maleable, yo sé que no se entiende pero ésa es la palabra y basta. Empieza con un aullido, una sirena, uauuuaaauu y etcétera, ahora se cierra un poco, ¿una g?, bueno: uguauuuaagg cua cua cenei, no, con acento, ceneííííínaen. Patán Vidal, el pianista, un grosso. Tiene esa capacidad de manejar las voces de las teclas, golpeando más o menos fuerte, dejando las manos, enlazando, en fin, yo no sé nada de música. La Cabra, con un timbre de voz potente y algo rasposo de a ratos. Bromas de Gillespi. Funk, de postre.
(Como se puede ver, al final, como me pasa siempre, me puse más vaga para escribir. Lo que más me gustó fue sobre lo que menos escribí, como suele pasar).
Total, tres horas y media. Gracias.
Ayer tocaron tres grupos. En este orden: Pablo Porcelli Ensamble, Marcelo Mayor Cuarteto, Gillespi y su banda.
PP: “Patagonia” empieza remolona, después el contrabajo toc, toc, entra pisando fuerte, marcando el tango. Claro que se destaca el saxofonista (PP), pero el contrabajo es un instrumento que me gusta tanto, y el contrabajista que parecía dormido en “Aroma de mujer” acá bambolea la cabeza, disfruta, con lo cual las cosas salen un poco mejor, creo. “Libertango” que previsiblemente es muy aplaudida no me gusta tanto. Es difícil darle el protagonismo al saxo en ese tema. El tipo hace un buen esfuerzo, pero pierde fuerza. En “Nostalgias de un destino” no me gusta el tono lloroso. Laura me dice que el saxo en general le resulta meloso. No estoy del todo de acuerdo, pero en temas como éstos, qué puedo refutar, si es imposible no sentirse empalagado. No me gustó lo viejo, sí lo más cercano al tango, como una preciosa milonga al final, que se llamaba, justamente, “Milonga en flor”.
MMC: “Bip Bop” muy bueno, después otro tema del cual no llego a escuchar el título, con una melodía que incorpora silencios, me gusta mucho. En líneas generales, estos tipos parecen tener más cancha que los otros. No me convence mucho que suenen tan amalgamados, pero bueno, son una buena máquina, ajustada, moviéndose en bloque. Se pueden distinguir los instrumentos revolviendo un poco. Bastante nítida la guitarra. Y claro, si el grupo lleva el nombre del guitarrista, así como en el otro sobresalía el saxo. Me matan las escobillas sobre los platillos. El batero parece poseído o ciego. Sí, porque mira hacia arriba gran parte del tiempo como buscando una respuesta en el cielorraso, el resto (la parte más chica de tiempo) se acerca a sus instrumentos, pero no de frente sino de costado, y en ese gesto ladeado aprecia los sonidos. Toca además medio sumergido entre platos y parches, con la cabeza metida entre los hombros. Está como en otro lugar. “Gris pleno”, hermosa, acá no sobresale tanto la guitarra, es más democrática, suena un poco como masa, ya dije, pero en este tema le queda bien. “El dueño de los temas” suena bastante clásico. Me gusta el que eligen para el cierre, “11 y 20”, que no indica un tiempo, dice Mayor, sino un lugar, un cruce de calles. Siempre me sorprende cuando los instrumentos se ponen a imitar a otros, y acá la guitarra se las da de piano. El tipo toca así, pac, pac, golpea las cuerdas como teclas y así suenan. Es un guitarrista increíble.
(Laura se enrolla y se envuelve en su cáscara de nuez; yo escribo sin parar, esto; un dúo raro hacemos).
G: La trompeta es un instrumento tan maleable, yo sé que no se entiende pero ésa es la palabra y basta. Empieza con un aullido, una sirena, uauuuaaauu y etcétera, ahora se cierra un poco, ¿una g?, bueno: uguauuuaagg cua cua cenei, no, con acento, ceneííííínaen. Patán Vidal, el pianista, un grosso. Tiene esa capacidad de manejar las voces de las teclas, golpeando más o menos fuerte, dejando las manos, enlazando, en fin, yo no sé nada de música. La Cabra, con un timbre de voz potente y algo rasposo de a ratos. Bromas de Gillespi. Funk, de postre.
(Como se puede ver, al final, como me pasa siempre, me puse más vaga para escribir. Lo que más me gustó fue sobre lo que menos escribí, como suele pasar).
Total, tres horas y media. Gracias.
lunes, diciembre 12, 2005
Cómo escucho I'just don't know what to do with my self, por los White Stripes
La música se arrastra un poco en la guitarra, se desliza, una balada dulzona, ya sabés lo que se agazapa cuando la guitarra amenaza con dos rasgueos firmes, esa expectativa es parte del placer de dejarse llevar por esta cadencia, la delicada, esquizofrénica voz de Jack, una queja, un reclamo un poco más intenso ahora porque PLANNING EVERY THING FOR TWO, no sólo la voz suena con más fuerza, sino que se incorporan instrumentos, ahora él se vuelve cuidadoso, puntitas de pie, la música es un platillo que resuena como lejano, una guitarra en donde trina una cuerda por vez, un poco más de percusión cuando MOVIES ONLY MAKE ME SAD y ahora LIKE A SUMMER ROSE estalla y no hay nada de eso, nada tienen Meg y Jack de rosa, sólo el filo de la espina, I NEED YOUR SWEET LOVE, pero es una forma de decir, estos dos quieren tu sangre, la voz vuelve a suavizarse, es más quejosa ahora, se quiebra, crece, ahora vuelve a golpear, más fuerte que antes, ella sacude los parches y los metales, él acompaña con alaridos, rugidos, termina en un grito, sin volver a endulzarse.
jueves, diciembre 08, 2005
Escribir es triste
Escrever é triste. Impede a conjugação de tantos outros verbos. Os dedos sobre o teclado, as letras se reunindo com maior ou menor velocidade, mas com igual indiferença pelo que vão dizendo, enquanto lá fora a vida estoura não só em bombas como também em dádivas de toda natureza, inclusive a simples claridade da hora, vedada a você, que está de olho na maquininha. O mundo deixa de ser realidade quente para se reduzir a marginália, purê de palavras, reflexos no espelho (infiel) do dicionário.
Carlos Drummond de Andrade, "Hoje não escrevo"
Carlos Drummond de Andrade, "Hoje não escrevo"
martes, diciembre 06, 2005
Cosmos
Leo, en una entrevista a O. Lamborghini: "Uno escribe en función de los textos que ha leído. Lo que uno ha leído actúa como sobredeterminación. La vida es un texto, que es una sobredeterminación mayor". Ahí está esta frase, como verificación de los encadenamientos de Gombrowicz, que leo mientras subo lo que escribí antes. Para ser justos hay que mencionar a los que se avivaron antes que uno: me metí en el blog de Link, que me llevó a la entrevista, y que habla de este blog también. Con esto de los blogs me siento Alicia cayendo y cayendo mientras persigue al conejo blanco.
Estornudos
Recién estornudé y salpiqué el libro que estaba leyendo. Lo limpié pero quedó una marca húmeda (sí, bueno es un poco asqueroso lo que estoy contando, pero a ver si admitimos que uno es un ser humano con sus fluidos a cuestas, dejémonos de joder). Pensé que los libros van de acá para allá, migran, que en algún momento voy a prestarlo. Como la mitad de los libros que presto no vuelven (creo que es más de la mitad, pero me da una mezcla de bronca y tristeza aceptarlo, es decir, me da resignación, finalmente) es probable que ande por otras casas, soportando derrames varios, quemaduras de pucho, bueno. En otros libros están las huellas de mis manos entintadas, una esquina que se me dobló (sin querer, yo nunca doblo las esquinas a propósito, como nunca escribo los libros con birome, pero sí con lápiz, ahora tengo que saltar afuera del paréntesis porque esto va en la enumeración que hacía), los subrayados que hago con lápiz muchas veces, cosas que escribo o dibujo. Decía, más o menos: la celulosa absorbió mi saliva como una esponja. Ahí va a quedar, mi ADN, sepultado bajo hojas y hojas, saludando a quien abra el libro en esa página. Ah. El libro es Cosmos, de Gombrowicz. No es casual que se me ocurran estas cosas leyendo ese menjunje en donde todo está enlazado, donde todo forma, digamos, para no usar la misma palabra, una constelación, o mejor, donde cada cosa es un dibujo fugaz de calidoscopio.
sábado, diciembre 03, 2005
Oficina
Hoy salí de la oficina un momento, a la tardecita, a una hora en que nunca estoy afuera, en la semana, y mientras me pegaba el solcito de las cuatro de la tarde pensaba en cómo uno, pobre esclavo moderno, se siente por entero feliz con tan poca cosa. Está bien, es una felicidad endeble, pero es algo. Al final, todo el tiempo, uno busca cualquier cosa que lo saque de su centro, su rutina: el vino, la droga, el amor -o sus sucedáneos-, el sol a las cuatro de la tarde de un viernes, cualquier cosa, cualquier excusa para perderse, olvidarse de la máquina y sentir de una manera primitiva, sin tanta ventana a la calle.
P.D.: En Brasil le dicen oficina a los talleres mecánicos.
P.D.: En Brasil le dicen oficina a los talleres mecánicos.
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