martes, noviembre 29, 2005

Sueño cuchillos

Me despertaba, me levantaba, me estaba bañando. Intuía una presencia cerca de mí, así que ya sabía que iba a encontrarlo cuando corrí la cortina. Los dos estábamos preparados, cada uno con un cuchillo, para atravesar al otro. Él tenía una capa negra, y el rostro le quedaba en sombras, no llegaba a distinguir los rasgos. Pero había venido antes de tiempo. “Viniste antes”, le dije. “No, era ahora, y no vale la pena que me claves el cuchillo, igual tendría que volver”. Pero como no tenía nada que perder, igual hice un corte vertical en el centro de la sombra. Salió un poco de sangre muy oscura. Él también había adelantado su mano y su cuchillo, corto y afilado, pero cuando vio que sangraba me dijo: “Ahora ya no puedo matarte, por esta vez. Pero van a mandarme de nuevo. Dejame hacerte una marca en el brazo”. “Te dejo”, le contesté, “pero cuando vengas la próxima vez quiero que recuerdes que fui amable con vos, y tenés que portarte igual conmigo”. “No sé si voy a poder verte, a veces está tan oscuro”, “Entonces te voy a decir”, le dije (mientras hablábamos hizo dos breves marcas paralelas en mi brazo, en el medio, por debajo de la piel; no cortó la piel, dejó resbalar el cuchillito y a su paso aparecieron rayitas oscuras), “que soy la mujer a la que le dejaste una marca oscura, y vas a reconocerme”. Aceptó y se fue, y yo supe que iba a volver a verlo, y que esa vez quizás me matara, pero que iba a ser cortés como yo fui con él, y tuve menos miedo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustó este cuento.

Vero dijo...

Gracias, the passenger. Pasé por tu blog rápidamente, me gustaron algunas cosas, pasaré con más tiempo.