A través de la madrugada, insomne, sueño: leo
Solenoide, de Cărtărescu. Dejo el libro, no me deja. O soy yo que me demoro en emerger. La casa está en penumbras, el contrapunto de durmientes acentúa el silencio, la heladera murmura su queja en la cocina. No hay más. Ubico mi banco azul ante el espejo, me siento dándole la espalda, dejo caer la cabeza hacia atrás, rezo: “El señor de los sueños, el gran Isachar...”.
2 comentarios:
Qué belleza.
Bueno, muchas gracias por comentar, Mathias.
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