viernes, octubre 12, 2007

Belleza americana

Hace un tiempo dije o di a entender acá que me había gustado mucho La mancha humana, de Philip Roth. Mi segundo Roth fue Pastoral americana. Acá Zuckerman se encuentra con una ex estrella escolar de fútbol americano y advierte en la adultez las imperfecciones, las fisuras que quizás siempre estuvieron pero que el tiempo hizo más visibles -escribí en un margen “Bienvenido, Bob”; ya es manía esto, y bueno, sobre mí Onetti lloverá siempre. A ese hombre que -piensa Zuckerman al comienzo- de tan normal parece loco, una hija terrorista le desbarató los cimientos. En general, la historia me gustó, hay buenos diálogos con contraposiciones entre ideologías llevadas al extremo. Pero al ir avanzando, anoté en mi cuaderno: “Leer este libro es como comer una fruta muy madura: es dulce y tierna, pero al tragar se percibe un dejo a podredumbre”. En sus intervenciones el narrador se muestra, para mí, demasiado limpio. Se sitúa afuera, toma un plano general y después va al primer plano. Pero no se ensucia, hace tomas en picado, desde lo alto. Prefiero en las novelas que el que describe el chiquero se reconozca como cerdo.

17 comentarios:

kurubeta dijo...

Lo úlimo ke leí del judeo-milleriano fue "Mi vida como hombre", en ese Emecé demagógiko-purista de los 70!

Vero dijo...

Yo leí éste porque había leído La mancha humana y en seguida busqué algo más, y de éste hay una edición de bolsillo (apropiada para mi bolsillo). Pero aunque fue premiado con el Pulitzer y solamente encontré críticas elogiosas, no me gustó tanto como el otro. Me sonó "tramposa" la voz del narrador, de a ratos me parecía que resumaba mensajes moralizantes haciéndose pasar por el protagonista. Igual es una impresión personalísima, subjetiva, discutible.

Anónimo dijo...

En "El lamento de Portnoy" llega a ser cómico en su autodisección que paradójicamente no lo muestra perdido. Es lo único que voy hasta el momento leyendo del famoso Roth. Seguiré en pos de sus libros, y me armaré una apreciación propia. De hecho que demuestra su dominio de la técnica. Eso que no abunda entre los escritores...

Vero dijo...

Me gustaría leer ése, Virginia. Seguro, pronto.

Vero dijo...

Poah, qué bestia: a resumaba, en el comentario anterior, hay que resumarle una z y rerestarle una s.

kurubeta dijo...

Bardamú pidió el Nobel a Roth, pero a para kual de los Roth?:

Roth, Roth, y Roth

Veo en el blog de Magda Díaz Morales, Apostillas Literarias, una encuesta sobre quién será el próximo Nóbel de literatura, y pienso que es bastante injusto que los otros Roths, los que ya no están para ser premiados, sean dejados de lado. Me refiero –lo deben suponer- al narrador austríaco Joseph Roth (1894-1939), quien escribía en alemán sus novelas y cuentos sobre el exilio judío, y a Henry Roth (1906-1995) poderoso novelista norteamericano de origen judío también, autor de esa saga inconclusa titulada A merced de una corriente.

De Joseph Roth acabo de conseguir Hotel Savoy (El Acantilado, 2006), una novela corta resuelta de manera magistral donde el escritor simboliza el frágil mundo que le tocó vivir:

Este Hotel Savoy era como el mundo; hacia el exterior irradiaba una poderosa ostentación; la magnificencia parecía imperar en los siete pisos, pero en el interior habitaba la pobreza. Los de arriba estaban en la parte baja, enterrados en tumbas bien ventiladas, y las tumbas se amontonaban sobre las cómodas habitaciones de los ricos, instalados abajo, tranquilos y holgados, sin preocuparse por los ataúdes de frágil construcción.

Con desafortunada frecuencia ligada al movimiento expresionista, la obra de JR escapa a esos parámetros para afincarse en la construcción de un mundo propio que a la vez refracta y hace estallar el entorno de violencia y desarraigo real en el que vivió. Una obra alegórica que extiende su inquietud hasta nuestro tiempo.

A Henry Roth lo conocí por recomendación de Oscar Malca a inicios del 2005 (mi buena memoria nunca me falla). El autor de Al final de la calle me mostró entonces una serie de fotocopias de un artículo sobre Roth publicado en una revista neoyorquina. Luego, ese mismo año, viajé a la FIL Guadalajara y pude comprar Llámalo sueño (Alfaguara, 1990), excepcional novelón realista sobre la más grande oleada de emigrantes hacia New York procedentes de Europa Central, en especial de Austria.

Sabiendo que a HR no lo reconocieron gran cosa en vida, y que su opera magna fue rescatada por los editores exactamente treinta años después de ser publicada, consciente también de que JR vivió en zozobra permanente por el exilio, sumido en el alcohol y la incomprensión –el seco epitafio que pusieron en su tumba da una idea de cómo lo percibieron sus contemporáneos: “écrivain autrichien mort à Paris”-, este humildísimo homenaje tiene algún sentido.

(No vayan a pensar mal; para el Roth triunfador no tengo sino los mejores deseos en la quiniela Nóbel; lo más importante de su obra –Pastoral americana, El lamento de Portnoy, Elegía, la saga de Nathan Zuckerman- no ha hecho otra cosa que hacerme disfrutar de la literatura, como lo hicieron las obras de los otros Roths).

(Roths)

http://luzdelimbo.blogspot.com/2007/10/roth-roth-y-roth-veo-en-el-blog-de.html

Anónimo dijo...

¿Y ahora Vero?
Los Roth son emblemáticos.

Oscar Mlaca, de quien habla Kurubeta, es un escritor peruano, y el libro al que se refiere, puede considerarse de culto. Puede ser que ya no tanto como en los 90's. Al final de la calle, volcada sobre Magdalena, el barrio del autor en un tiempo de juventud en caos...

Y volviendo a los Roth, ocurre que el comentario de Kuru es motivador. Uno ya no pensará de ahora en adelante en un solo Roth escritor.

Anónimo dijo...

Hey hey... tate tate... yo no pedí ningún nobel para nadie. en todo caso, por la consideración que me merece el nobel, que se lo den al turco asís.
En todo caso, el Roth que me agrada es este, haciendo de Guildenstern.

Vero dijo...

Los premios, yo qué sé, la otra vez cuando hablábamos de Jelinek dije que ni fu ni fa, y persevero. Justamente, por este libro recibió el Pulitzer, y para mí, como le comentaba a un amigo ayer, le sobran páginas de soporíferas descripciones, aparece un absurdo fantasma antiimperialista, se excede con el didactismo, además de lo que comento en el post. También hay cosas que me gustaron mucho, la exhibición de la decadencia, sobre todo al principio, un episodio incestuoso (uno de los mejores momentos del libro, para mí), en general toda la relación padre-hija, los diálogos.
Gracias por los datos, Kuru (entré a ese blog, Luz de Limbo, está muy bien, ¿eh?).
Movilizante, decís bien, Virginia.
¡Ja! De ese Roth, Luis, recuerdo en especial Reservoir Dogs, donde hace un laburo bárbaro. No vi la que decís.
Besos.

kurubeta dijo...

A mi me gustó en "Little Odessa", una peli olvidada de 1998...Claro la de Tarantino es un clàsico...su van Gogh con Altman es uno d elos mejores del genio holandés...Malditos judíos, son unos capos talentosos todos estos Roths, y si elegieramos otra dinastialas de los Cohen...tendrìamos a Albert, a Leonard, a Ethan y su broder Joel, ...!!!(voz en off de Adolf)

ema déborah finzi dijo...

Ese Roth que menciona Bardamu a mí también me gusta y, de paso, digo yo: ¿... nadie nombra a Cecilia Roth que es una graaaaaan actriz? Pobre, la innombrada. :)
ema

Anónimo dijo...

Y si, Kuru, hay muchos judíos talentosos, (de Marx a Kafka, de Celan a Adorno, por construir nada más que un par de líneas). El nazismo lo supo muy bien.
Ahora, hay de los otros también, y muchos. Basta con mirar cualquier diario sionista o israelí.
Y si hablás de Cohen(s) en el blog de Vero y no nombrás a Marcelo te va a caer la maldición leboche (te crecerá un testículo en la espalda, a la altura de los hombros).

ema déborah finzi dijo...

Stricto sensu Theodor Adorno no era judío, de hecho prefirió usar el apellido italiano de la madre para de algún modo despegarse del "Wiesengrund" paterno.

menta producciones dijo...

Realmente me ha encantado el sitio, sigo recorriendo lo con gusto... una gran abrazo y hasta el próximo encuentro

kurubeta dijo...

Bardamu, nunka chanteo (aunque el chat me ha seducido alguna vez), al Marcelo -nombre poco judìo si los hay- no lo cito:
1) no lo he leído
2- solo tengo una novelita cartonera que lo voy a leer cuando le toke su tiempo
3- de judìos argentinos para mi suficiente y basta con Cèsar Tiempo, ya es suficiente -conoces el chiste, no?, mejor no es muy antikurepa y ofensivo
Sì, cecilia Roth, no calienta, salvo por una excepciòn notable, actúa en la peli under "Arrebato", 1979, de Iván Zulueta, la mejor del magro cine castizo.

kurubeta dijo...

Ah...no me vendrían mal un par de testículos extras...large!!
Prometos er buen alumno y tragarme todo marcelo Cohen...Tengo buenas y malas referencias del ñato, es esa la duda para caer ya nomás sobre ele.

Vero dijo...

Ah, sí, bueno, claro, ya me parecía a mí (guárdenme un poco de lo que están tomando, ¿sí?). La de Van Gogh la vi hace varios años, no me acuerdo como para opinar. A Cecilia la vi hace unos meses en el teatro (por un azar loco estaba esperando por vino y me cayeron en la cabeza entradas y anís gratis, pero mejor no explico que complico) tiene una intensidad tan pareja que se ameseta. Todo el que haya leído Ultimo Round sabe que Theodor Adorno era felino. El Chelo es lo más. Gracias, Menta.