lunes, octubre 16, 2006

Cohen, Di Benedetto y cía.

El viernes en la Biblioteca Nacional Cohen hablaba sobre Di Benedetto. Fui. Entré al edificio hongoide, saludé al busto de un Borges verde. En el auditorio, dos traductoras (al portugués, al italiano) hablaban de El silenciero. Cohen se impacientaba. Por fin subió sus largas piernas al estrado. Las palabras se le tropezaron un poco en la intro. Se ve que se siente más cómodo leyendo, ya lo vi en la tele, hace poco. Para la conferencia eligió la lectura constante, sin paréntesis, con pausas sólo para tomar agua. Comparó a Di Benedetto con Beckett cuando afirma que hay que “abrir agujeros en el velo del lenguaje, para llegar a lo que hay detrás, o a la nada que hay detrás”. Como Beckett, dijo, elige como camino poético el empobrecimiento (me acordé del “laconismo” que le atribuye Saer). Sobre “Aballay”: “Todos vivimos haciendo maniobras más o menos aparatosas sobre un caballo”. Ah, la culpa, cómo no. Qué increíble, maravillosa búsqueda de expiación. Salí de la Biblioteca abrumada.

Relacionando esto con lo que escribí la otra vez, ¿por qué esta culpa sí y la otra no? Porque en la peli de Allen la culpa de Chris me pareció inconsecuente. Volviendo a La vida breve, no sería aceptable que Brausen-Arce se culpe por la Queca, pero es comprensible que sienta culpa por el pecho escindido de Gertrudis. Qué decir de Kafka. Cohen mencionó, vinculándolo con “Aballay”, el relato “La condena”. Agrego, ahora: “La metamorfosis”. ¿O no lo consideran unos indios a Aballay hombre-caballo? Pienso en Gregorio montado a un insecto hasta al fin para purgar su culpa. Culpa, como Georg en “La condena”, por ocupar el lugar del padre como sostén económico de la familia. Gregorio debe, también, una muerte.


9 comentarios:

Anónimo dijo...

Ni bien empezar a leer, la imagen del Borges (aka El Viejo) verde me cacheteó la atención. "¡Esa, Vero!, pensé.

Y qué estimulante resulta pretender una simetría entre ese viejo verde y el padre cuyo lugar se ocupa, origen de cierta culpa, al que llegás al final.

Es interesante pensar en una culpa que sí sería "consecuente"...

Gran post, mi estimada, te sigo en la reflexión...

Vero dijo...

Gracias, Pablo, sos muy amable. ¡Ja! ¿No es cierto que era mejor decir "busto de Borges verde" que "busto verde de Borges? Lo estimulante es tu lectura: no había pensando en la simetría que planteás. Un beso.

KuruPicho dijo...

Señorita vero, mis disculpas por la pèsima trascripciòn de la dire digital donde el elclipse
de donde robè la interviù con Sarquis...creo que pulsando en el buscador
sale fàcilmente, fue lo que hice cuando me enterè de la semana de homenaje al mendocino...Sòlo extraje la parte que se refeiere ala peli abortada de "zama", interesante desde la lectura del fracaso que ya ronda toda la novela...salutes.

Bardamu dijo...

Amiga Veronetiana,
cosa vederes: cohen "hablaba" de Di Benedetto. Recuerdo que hace no mucho, de casualidad, escuché en unas reuniones involuntarias, leer una "ponencia" de cohen por el mismo cohen acerca de Benjamin. Al terminar, olvidó mencionar -seguramente involuntariamente- que lo que él leyó como propio, ya estaba dicho antes, casualmente con casi las mismas palabras, varios años antes por Pierre Missac.
El busto de Borges no era originariamente verde. Se puso así por tener que ver cotidianamente pasar a Horacio González...

Vero dijo...

Nada que disculpar, Kurupicho, y qué delicadeza de tu parte. Es que justamente Sarquís me parece un tipo bien interesante. Está bueno lo de cruzar su frustración con la del personaje. La dire es: www.eleclipse.8m.com/sarquis.htm
¡No digas, Luis! Pero no me olvido que el mismo que afanó esa ponencia escribió El sitio de Kelany, los fabulosos cuentos de Los Acuáticos. Me gusta Cohen. Qué lástima la hilacha.
Besos a los dos.

Anónimo dijo...

Ojo con la hilacha. Digo, ¿no?. Hilachas tenemos todos. Por eso en el textito ése, "Detectives", que hablaba sobre el Dock, las paladas de tierra sobre el escritor muerto y enterrado llevaban algún cariño. Sin la hilacha no somos nada. El que quiera escribir y no vaya dejando la hilacha... que se dedique a otra cosa. Seamos despiadados y compasivos a la vez.

Vero dijo...

Claro, Carlos. No voy a dejar de leer a Cohen por eso. Igual pienso, qué necesidad, ¿no?, un muchacho tan inteligente. Y tu texto me encantó.

Leandro dijo...

Buscando algo de Di Benedetto encontré tu página; me encantó en líneas generales, y me gustó tu descripción del hermano Cohen. Me hubiera gustado escuchar lo que tenía para decir, lástima que no me enteré :(

Vero dijo...

Se agradece, Leandro. Yo me entero de estas cosas cunado voy saltando por los blogs que tengo ahí al costado. Recién vengo de visitar el tuyo, muy interesante, ya me voy a dar otra vueltita con más tiempo.